Lisonjeros, aduladores y otros lameculos

  Según la Biblia, o sea, el Diccionario de la lengua española , la lisonja es la "alabanza afectada para ganar la voluntad de alguien".

Y esta, la lisonja, por convicción más que por suerte, no consta en mi arsenal de artimañas útiles para la supervivencia entre miserables. En realidad a ella no tengo motivo por la que acusarla, ahora que lo sopeso. Creo que más bien tengo que ciscarme sobre quien hace uso de ella para conseguir sus fines, con la cara pertinente en cada instante, la palabra certera o la risa de boca ajustada y carcajada débil. Esto forma parte de la lisonja, aunque es afectación, por eso la RAE no se equivoca. Al menos en esto.

Mi madre me trajo al mundo como puede relatarnos ella;  por mi parte, no puedo saber mucho sobre ese tema, no lo recuerdo. Tampoco sé cuánta culpa la educación que junto con mi padre me ha dado o la parcela de decisión propia que he tenido. Los modernos llamarán a esto personalidad y los puros lo definirán como valores, pero ni un ápice de lisonja encontrarás en mí. No sabría decirle el por qué ni cómo, pero no la empleo. Tal vez esto tenga que ver con que siga con este blog mediocre. Además de ser un pésimo articulista, claro está, a ver si se cree que los que emplean la lisonja es por gusto, no por ir sobrados de brillantez. Ah, y si dado el caso usted la detecta en mí, que sepa que es sarcástica.

Antes de tener que emplear este mecanismo para conseguir algo que deseo con vehemencia, seguiré soñando; soñando porque no pienso dar el gusto a aquellos que disfrutan concediendo o no en función de las dádivas que reciben sus oídos u otras partes sensoriales. No contemplo dejar mis sueños a merced de las apetencias de un puñado de bastardos y bastardas —aquí si aplica el desdoblamiento—. Dicho, esto sí, en cristiano, no me voy a tragar mis cojones para que cuatro gilipollas me permitan conseguir lo que quiero a cambio de reírle sus gracias y que se vanaglorien de su poder. 

Queridos y queridas depravados que ostentáis tal poder, asienten sus posaderas sobre un cojín acolchado si tienen intención de esperarme. A los lisonjeros, aduladores, lacayos, cobistas y otros lameculos nada que decir ni que reprochar, si son felices así, continúen. Espero que no se quejen cuando el plan no funcione y digan que el mundo está trucado.

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