Lo bueno se repite

 El chorizo se repite. Y no es más que una muestra de que lo bueno, lo realmente bueno, se repite. Si no lo creen, para borrar su escepticismo pueden pensar en otros alimentos no muchos que se repiten y en lo ricos que están. Pues eso, que lo bueno se repite.

A propósito de esto, un compadre me dijo hace no mucho que había leído varios artículos en la misma línea, que era redundante. Lo hizo con toda franqueza, con un par de dos. Y como es mi compadre —por ahora— no le quise contestar entonces, mas decidí escribir el presente artículo para explicárselo, haciendo extensible la justificación a cualquier otro lector que piense lo mismo, aunque no me lo diga.

En este asunto es necesario entender algo. El que suscribe no habla en sus artículos sobre dónde va a comerse Puigdemont los polvorones, de si Pablo Iglesias se coge con gomilla la coleta o de la muerte de Pepeflautas de Los Palotes, dedicándole un sentido réquiem con lo bien que cala eso en el público. Tampoco me  meto en que el Rey de lo que hoy llamamos España vaya a ver a no sé cuál Emir, o que Messi anda triste en el PSG porque juega menos que Bale en el Real Madrid. No toco estos asuntos en el blog, paso de la actualidad. Si algo de lo escrito coindice con esta es porque lo considero importante o por mera casualidad, por un entrecruzamiento causal. Y si escribo sobre lo que lo hago es porque me apetece. En mi blog, del que soy dueño y señor —por ahora—, expongo mis ideas. Aquello que podríamos llamar, con la distancia y el respeto que tengo a esta egregia disciplina, mi Filosofía. Y como Sobre el patíbulo no es un compendio de ideas sino reflexiones semanales, pues ocurre que a veces se repiten los temas por la sencilla razón de que son recurrentes en mi pelota, en mi discurrir diario e incesante. Ahora bien, haría un matiz: a pesar de que los temas puedan verse repetidos no podrá negarse que al menos se hacen desde una perspectiva distinta cada vez o apreciándose una evolución, una sofisticación argumental.

Así, querido compadre, no te enfades igual que no lo hice yo, entiende  hoy como yo entendí lo que me dijiste. Ya sabes, lo bueno se repite. O no, porque no habrá otro como yo.

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