Agente H2O

 

Decides hacerlo, tomas la iniciativa. A decir verdad, te has visto empujado a ello, qué remedio. Asumido esto, no sin resignación, lo dispones todo en un lugar adecuado —condición capital para el buen fin de la misión. Haberlo realizado con anterioridad te infunde seguridad, pero cada vez es un mundo: las contingencias están ahí, siempre inclementes al acecho.

El peso que acabas de levantar te afloja los brazos, pero debes reponerte lo antes posible. Te concentras. Respiras hondo, o no; esto depende de cada cual. Los cinco sentidos advertidos. Destreza, concentración y paciencia, cualidades todas necesarias. Comienza la misión, comienza a caer. Vacilaciones, temblores, la templanza es clave para el éxito de esta solemne tarea. Una vez pasado este momento, aunque solo si se supera sin fallo, el resto es mantener la concentración unos segundos más. Un error al principio puede acarrear un desastre, en el peor de los casos, o puede lastrar el resto del proceso. La paciencia, a partir de la primera fase, se funde con el tiempo, que parece incluso ausentarse. Anda que no sabe nada.

Brazos tensos, buen pulso, precisión. Todas las virtudes exigidas y el final acercándose. El líquido va aupándose a sí mismo. Tuc, tuc, tuc. La tentación de dejarse llevar está ahí, igual que en todos los ámbitos, pero al menos en este es fundamental refrenarla. Es muy difícil, pero es necesario evitar que la cadencia aumente hasta perder el control. Aun así, no hay de qué preocuparse, un buen agente sabe controlar el tema.

Queda poco, pero hasta el final no cabe la distensión y la euforia. El refrán dice que hasta el rabo todo es toro, ¿no? Pues eso. El final solo es el final, y atención que pueden cometerse errores por saberse terminado. Nada de relajación aún. La misión está al noventa y nueve por ciento. La misión que cualquiera puede, pero solo tú haces, está a punto de culminarse satisfactoriamente.

¡Y se acabó...! Pones el tapón y colocas otra vez la botella en su sitio. Hay que ver lo difícil que es rellenar una botella de litro y medio con una garrafa de seis litros recién abierta. Una nueva misión cumplida para el agente H2O.

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