El reo confiesa

 Poco después de comenzar el blog, hace casi dos años, esbozaba en mi mente un artículo en el que explicaría el porqué de su nombre. Me decía que este artículo sería el número cien. Y, francamente, lo veía cerca. Pensaba que, desde el uno, el dos o el tres hasta el cien no había tanta distancia, tan solo noventa y pico números. Y es cierto que no la hay en el mundo analítico, matemático; pero en la vida cien semanas suponen mucho. Además, he podido comprobarlo bien. Sin embargo, vicisitudes, contingencias y otras cosas inherentes al existir, aquí nos encontramos frente al artículo cien, dispuestos a conocer un poco más este blog.

Bajo el título se lee “Sobre el patíbulo, a punto de morir, la mente se aclara y las prioridades se simplifican”. El reo va a morir, es un condenado a muerte que está acompañado por su verdugo encima de esas tablas. Estar en esta situación le hace pensar tan solo en aquello que entiende que es relevante, dejando de lado pensamientos fútiles. Con esta idea nació el blog, bajo el pensamiento de que una parte considerable de los artículos que aparecen en prensa se enfocan a asuntos irrelevantes o de una forma abyecta, que le despoja de la calidad literaria o de la rigurosidad periodística.

Con el tiempo seguí dándole vueltas al patíbulo menuda manía más tétrica—hasta alcanzar la conclusión de que no quería que el reo fuese considerado un mártir. Un mártir es romántico y el reo no lo es. El condenao que derrama sus últimos pensamientos en este blog es un hombre libre. Y nada más. Y nada menos. Sabe que el verdugo va a acabar con él, bueno con su vida, y sin embargo se ríe de él. Ni el amor, ni la tierra ni sus ideales le serán arrebatados. Por eso ríe. Porque sabe que es tan mortal como el resto, pero él al menos ha preferido morir a vivir como lo harán los demás. Que más tarde terminarán muriendo igual, pero infelices. El condenao piensa decir lo que le dé la gana, igualmente morirá.

Puede verse esta visión como tenebrosa o nihilista y, sin embargo, creo que no puede ser más vitalista. Igual puede pensarse sobre la filosofía de Nietzsche si no se profundiza demasiado y se queda uno con los tópicos y cuatro frases mal atribuidas o inventadas. El condenao, a punto de morir, tiene más razón de vivir que los que están frente a él en la plaza esperando su muerte. ¿Paradójico? Pues una más que habría que apuntar.

El reo, este condenao viene inspirado por una comparsa del año 2001 llamada “Los condenaos” y que pueden hacerse una idea de lo que representaban. Este blog está lleno de alusiones más o menos directas a su autor, tristemente desaparecido, Juan Carlos Aragón. Sin esta figura sería complicado encontrar y entender una parte importante, en fondo y forma, de mi obra. Y me despido como se iniciaba el popurrí de la obra susodicha: “¡A morir! Que la muerte es un día”.

 

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